martes, 19 de febrero de 2013

Memoria Cuarto Conversatorio


MEMORIA CUARTO CONVERSATORIO

SEMINARIO PERMANENTE

5 DICIEMBRE 2012

DOCUMENTAL SICKO – MICHAEL MOORE

John Bohórquez: Dijo Carl Sagan: “Después de todo, cuando estás enamorado, quieres contarlo a todo el mundo. Por eso, la idea de que los científicos no hablen al público de la ciencia me parece aberrante”.

Y también dijo: “La manera científica de pensar es una delicada mezcla de creatividad para promover  nuevas ideas y el escrutinio más riguroso y escéptico de las ideas nuevas y antiguas”.

Y además: “Yo sigo mi inconsciente y el consciente toma decisiones. El proceso creativo es una sociedad entre la parte consciente y la inconsciente de nuestras mentes”.

Vimos los capítulos correspondientes a EEUU y a Canadá. A continuación, vienen Inglaterra, Francia y Cuba. Ahí tenemos un panorama bien interesante del sistema de salud norteamericano que nos hace pensar mucho en el nuestro; es inevitable asociarlos. Muchas similitudes con el nuestro, pero bien diferentes del canadiense: empezando porque allá hay conservadores que defienden un estado socialista en salud. El concepto de HMO en EEUU es similar al de EPS en Colombia: Health Maintenance Organization (Organizaciones para el Mantenimiento de la Salud) y Entidades Promotoras de Salud, ambas aseguradoras, y “dedicadas a mantener a la gente sana”, cumpliendo el ideal médico de Avicena: “La medicina es el arte de mantener sano al ser humano y, eventualmente, curar la enfermedad ocurrida en el cuerpo”. Esa es la teoría, porque la película y la realidad que vemos en Colombia son bien distintas a esos ideales.

Elkin Villegas: Estoy muy contento porque creí que estaba solo en la comprensión que estoy intentando hacer. En el doctorado estoy investigando acerca de la filosofía de la medicina. En la película, y entre nosotros, vemos lo ausente que está la noción de “culpa”, enfocada desde la filosofía y el psicoanálisis, desde lo estructural, que tiene que ver con la responsabilidad; no desde la concepción judeo-cristiana. De hecho, en el aparato jurídico-penal el delito se define como una acción típica, antijurídica y culpable. Uno de los problemas del sujeto contemporáneo es la ausencia de culpa, motivado, entre otras cosas, por el capitalismo salvaje, en el que la lógica es la utilidad, que genera una mentalidad en la que el sujeto no se siente culpable de nada, no tiene que hacer reparación del daño propio o ajeno. Eso es terrible porque tiene que ver con una estructura psicopatológica llamada perversión. Podríamos decir que asistimos en el mundo contemporáneo a una especie de perversión colectiva, en donde el sujeto cada vez se siente menos llamado a reparar el daño al otro. Y el sistema económico cada vez utiliza más esa condición.

Álvaro Arango: El problema se acentúa más, en lo que entendemos por culpa. Es un concepto que ha hecho mucho daño a la humanidad, desde que el concepto gnóstico de separación de materia y espíritu se infiltró en el cristianismo. Además, está el “pecado original”, que no creo que otra cultura antigua lo haya concebido, y  al que hoy, 21 siglos después, todavía estamos atados. Uno quisiera una visión más optimista de los parámetros religiosos, en el que el fiel fuera “santo y amado de Dios”, como en el Origen. Al fin y al cabo, “Dios vio que su obra era buena” (Génesis)

Elkin Villegas: es como si la culpa tuviera dos caras, una que apunta a la reparación del daño. Otro de los nombres del “Malestar en la cultura” es el sentimiento de culpa, según Freud. Hay una psicopatología llamada Neurosis obsesiva o Melancolía en la que el sentimiento de culpa está incrementado y el sujeto padece por ese exceso. Esa es la culpa curable. La otra cara, el otro extremo es la ausencia de sentimiento de culpa, muy visible en el caso de crímenes. Narran sus crímenes y la gente espera que los criminales muestren una actitud de reparación y en mostrar arrepentimiento, pero eso no aparece. Entonces, una cara es del sentimiento exacerbado, que es una especie de infierno psicológico y el otro es la ausencia, en el que lo que importa es el beneficio propio y el otro que se joda.

Álvaro Arango: Es conveniente hacer la diferencia entre culpa y remordimiento. En Fernando González, por ejemplo, encuentra uno algo más interesante que la culpa: el remordimiento como estímulo moral de cambio y reparación. El concepto y sentimiento de culpa me parecen muy dañinos.

Mauricio Sánchez: Creo conveniente diferenciar entre el individuo como ser  único y el individuo que se desarrolla en sociedad. En esas dos formas de ser hay una responsabilidad en el estado de salud. La primera pregunta que me surge al ver el video es: ¿será que nosotros queremos responsabilizar a otro por nuestras acciones hasta el momento en que enfermamos? Es decir, yo no tengo nada que ver ahí, a mi me tienen que ayudar. Me parece que los sistemas deberían empezar por evaluar esa responsabilidad, que saca al individuo del conflicto moral. Y también: ¿es el Estado el responsable de la salud del individuo y de la sociedad? ¿Lo costea todo de manera paternalista y un poco exagerada, o el individuo tiene su obligación del autocuidado? ¿O cuál es el equilibrio? Hay que buscar una nueva forma de nombrarnos como médicos y como pacientes. Lo otro que me gustaría agregar es que la película muestra que, convirtieron a la salud en una industria, están vendiendo un servicio, hacen al individuo usuario de un negocio, sin corazón y sin sensibilidad, yo vendo y usted paga por lo que le vendo.

Álvaro Restrepo: El Estado parece una cosa medio etérea, o como si fuera impuesta, que incluso es previo a nuestra existencia como personas. Es un contrato social, un acuerdo. El Estado es una normatividad más fuerte, como las reglas de juego para convivir. Y esas reglas son productos históricos, de acuerdos. La Constitución con la que nos regimos ahora en Colombia desde el año 1991 es el producto de unas negociaciones políticas. Y allí se acordó que el Estado dejaba de ser una Estado de derecho, donde hay unos derechos que se les reconocen a los individuos por el mero hecho de existir dentro de este país, con unas instituciones que lo van a garantizar, y pasaba a ser un Estado Social de Derecho, en el que antes de los derechos individuales está el marco previo, la sociedad, o sea que el bienestar de cada uno genera un gran bienestar social y el Estado debe proceder para que eso sea posible. El Estado es responsable de que esa sociedad funcione, que esté sana, cuanto más sana esté la población más producción. Pero cada uno es co-responsable. Es lo que se ve  en el documental cuando al canadiense conservador le preguntan acerca de por qué el está dispuesto a co-participar en el restablecimiento de la salud de otra persona y él responde que si acaso esa otra persona no estará también dispuesta a hacerlo por él. Eso es el desarrollo de una historia, no siempre hemos pensado así. Incluso más adelante se ve que el hijo se le creció al padre, EEUU sobrepasó a Inglaterra, y aunque comparten mucho de su visión del mundo, en salud son diferentes. Pero eso que pasa en Inglaterra es el producto de las secuelas de la Segunda Guerra Mundial, cuando crearon un Instituto Nacional de Salud como una medida transitoria, pensando que si se le garantizaba atención de salud a todo ciudadano en cualquier momento, saldrían de la postración en que quedaron. En la reciente inauguración de los Juegos Olímpicos en Londres se observó, justamente, como lo ingleses valoran su sistema de salud como una de sus columnas vertebrales, algo de su identidad. De manera que si te sientes parte de algo, sientes que si te cuidas estás cuidando al conjunto de la sociedad. La realidad la co-creamos. Pensamiento, energía y acción van unidas, lo que tu haces va generando transformaciones, lo que el otro hace también te transforma a ti, y así producimos grandes transformaciones, incluso políticas, a nivel constitucional, que no es algo fuera de nosotros. Cada uno tiene un grado de responsabilidad en lo que hacemos y en lo que pensamos. Si la salud se ve y se practica como un negocio es muy triste. Hay un marco de valores que nos ha llevado a eso. Y eso se puede transformar, cada uno, así como una guerra mundial produjo esos cambios en Inglaterra, acá podemos hacerlo con todos los conflictos que hemos tenido. Por eso es bueno aprovechar estos espacios. Uno podría pensar que se trata solo de charlas en las que nos retroalimentamos, quedamos contentos y nos vamos para la casa y al día siguiente a la triste realidad. Pero no. Acá podemos cambiar la realidad individual y social.

Carmen Otero: Es común que responsabilicemos al otro, que no nos responsabilicemos de lo que hacemos. Y yo me pregunto: ¿por qué no hacemos nada? ¿Por qué tenemos ese temor de enfrentar las cosas? Es más fácil echarle la culpa al Estado, si esto no funciona es porque el Estado no lo da, nos hemos acostumbrado a ser pasivos, a creer y a querer que todo sea dado. Pero en la película se ve que incluso los británicos tienen programas para que el médico ayude al paciente a salir del tabaquismo y hasta recibe comisiones por ello, no por medicarlo.

Rafael Lozada: después de ver esta película ratifico mi simpatía por Jorge Eliécer Gaitán. Él decía que la génesis del problema social era la estructura económica, que lo único indispensable era la lucha por la reivindicación económica. Y justamente estamos en un modelo Neoliberal, que le quita a las personas su carga moral, la culpa, y le deja la posibilidad del mercado, que no sabe distinguir entre la bondad y la maldad. Si el mercado mediante la ley justifica el consumo de licor, se libera cualquier culpa. Uno de los padres del neoliberalismo, Milton Friedman, lo decía muy claramente: la única responsabilidad social que debe tener una empresa es darle rentabilidad a los accionistas, eso es lo moralmente responsable, no se trata de cuidar el medio ambiente ni a los trabajadores. Es ahí donde está inmersa la salud. No es de extrañar que la ética se vea absorvida por la dinámica del mercado.

Sol Mejía: acá lo vivimos. Es la fábrica de licores una de las fuentes que subsidia el servicio de salud y el de educación (junto con lotería y venta de cigarrillo). Se enferma a la gente pero se le brinda atención.

John Bohórquez: una sociedad psicótica. Lo que le pasa a una persona esquizofrénica me lo dijo un paciente muy claro: “Yo me paro en  una esquina y escucho una voz que me dice que corra, que arranque, y al momentico escucho otra que me dice pare, pare. Y yo me pongo que no sé qué hacer”. El Estado le dice a la gente “Beba, juegue loterías y fume para que financie los hospitales y la educación”. Y a los hospitales les dice: “dígale a la gente que no beba porque eso le hace daño para la salud”. Ponemos al paciente en un estado psicótico: “No sé qué hacer, bebo o no bebo”. Pero queda una gran pregunta: ¿Cómo llegamos a este momento en que los médicos trabajan por enfermar a la gente? ¿Cuándo fue eso? ¡Qué horror! Un médico en la película reconociendo que trabaja, negando servicios y recibiendo por ello estímulos. Allá, en EEUU, existen los llamados “revisores médicos”, entre nosotros “auditores médicos”, que uno de nuestros grandes mentores, el Dr. Carlos Eduardo Maldonado, los llama “una de las grandes creaciones del maligno”. Dentro de la lógica neoliberal de las empresas aseguradoras caben, perfectamente, sin duda ninguna, deben tenerlos, incluso de lado y lado. Es un negocio muy raro. La EPS manda al paciente a un hospital para el tratamiento. A ella le convendría que los pacientes no consultaran nunca: menos medicamentos, incapacidades, remisiones a especialistas, hospitalizaciones, cuanto menos público mejor. En el resto de los negocios del mundo, cuanta más gente vaya, mejor. Y el hospital, que recibe el paciente de la EPS, se dice “si no vienen pacientes ¿qué voy a facturar?”. Entonces, las EPS tienen su creación del maligno en los hospitales para que vean cómo van los tratamientos, dando su opinión a los médicos tratantes acerca de las terapias en marcha, incluso en contra de las decisiones de los tratantes. Aunque no siempre los médicos tratantes tengan la razón.  Los hospitales también tienen su lógica y sus auditores, que no siempre desean el acortamiento de la estancia hospitalaria, por cuanto eso significa menos facturación. El acortamiento de la estancia es un interés del asegurador y el alargamiento es del prestador.

Elkin Villegas: o sea que el auditor médico es un auditor económico.

John Bohórquez: como dijo Rafael, el mercado es como el cerebro, que no distingue lo bueno de lo malo, el no del si, al mercado le interesa la rentabilidad. ¿Hasta qué punto la medicina y los médicos deben hacer parte de esos sistemas horrorosos, o mantenerse al margen y lograr verdadera autonomía y eticidad? Y, ¿ cómo lograr que la sociedad y sus individuos se hagan cada vez más independientes de todo ese aparato y ese engranaje?. Que tengan otras opciones o que opten por tener más paciencia y esperar a que pase el dolor para no tener que usar ni ibuprofeno ni médico ni nada. Orar, por ejemplo, o ir al analista. Y cuánto impacta eso el sistema de salud, la gente que no lo utiliza.

Sandra Ortiz: en los sistemas de salud en que hay aseguramiento, el mercado es el que mueve a la gente. A una tía le diagnosticaron un cáncer renal en EEUU, y le sacaron el riñón enfermo a pesar que de ya tenía estudios confirmatorios de metástasis. Aunque eso no hace parte de ningún protocolo médico. Pero tenía un muy buen seguro médico.

John Bohórquez: la matamos para que no se complique.

Sandra: llegó a Colombia, le aplicaron un medicamento que la llevó a una falla hepática, el hepatólogo la hizo evaluar del cirujano que decidió operarla, con falla hepática, un solo riñón, metástasis confirmadas. Así es el mercado, hay aseguradoras que así se comportan. En un Estado sin ese modelo habría más posibilidades para que los médicos actuaran con criterios médicos no económicos.

Mauricio Sánchez: los actores principales son: individuo, Estado y médico. Es extraño que gente muy mala haya tenido muy buenas ideas. Hitler en Alemania, tenía un sistema de salud casi perfecto. Él decía que necesitaba sanos a todos porque todos eran soldados de Alemania. Los alemanes no pueden estar enfermos y el Estado los va a cuidar. Los médicos de la SS vigilaban que la gente no fumara, no tomara licor, que no fuera a las prostitutas.

John Bohórquez: el slogan nazi era: “La salud es una obligación”.

Mauricio Sánchez: cada actor debe ser evaluado. Si uno enferma no es porque quiera.

Álvaro Restrepo: la salud es una responsabilidad de todas las personas. No se puede estar sano en una sociedad enferma. Si pensamos que estamos muy bien con el mundo cayéndose hay que evaluar qué pasa. La atención a los enfermos de cáncer o accidentes es una parte muy importante de la salud, pero lo más importante es que sanemos un país que anda totalmente enfermo. Somos tan esquizofrénicos que hasta nos consideramos gente muy feliz. Es mejor ser feliz en medio del desastre que triste. Recomiendo dos películas a propósito del tema: “Ayurveda, el arte de vivir” (http://www.youtube.com/watch?v=NfSHDTxwKCw)  y “La doctrina del shock” (http://www.youtube.com/watch?v=yIhZjEsgsNQ ). En esta última se ve con claridad el papel del neoliberalismo y la creación de crisis.

Elkin Villegas: el sujeto se divierte con el sufrimiento, lo dijo Freud hace mucho rato. En mi libro “Cura del sentimiento de culpa y de la depresión”, una investigación acerca de la formación de los analistas, hay una cita de Miller, el yerno de Lacan: “el núcleo de la formación de los analistas es que se haya curado el sentimiento de culpa”. Por el sentimiento de culpa no hablamos, no protestamos, no buscamos al médico, no hacemos ejercicio, no tenemos una dieta adecuada. Y también hay una cita de Freud que dice: “el individuo no debe sanar sino permanecer enfermo, pues no merece nada mejor”. Es muy asombrosa pero es delatora de la resignación sin quejas con que tales personas pueden llevar su duro destino. Hay que desmontar poco a poco ese superyó hostil, o lo que algunos psicoanalistas llaman el “superyó capitalista”, y me parece que ese es el maligno. Un superyó que lleva al sujeto a la muerte. Esos auditores le hacen la venia al capitalismo, un sistema que no le apunta a la erotización de la sociedad sino a la tanatización.

Cristina Duque: sentirnos como parte de un Estado es lo principal, somos co-responsables de todo lo que sucede, por acción o por omisión. En el actual Estado no hay énfasis en promover la salud sino en atender la enfermedad, como un medio de mantener el sistema capitalista.

Elkin Villegas: ella dijo algo muy importante. Pensaba en Foucault que retoma la idea del cuidado de si, en términos éticos, el cuidado de los otros en términos políticos, y el cuidado de las cosas en términos científicos. Y esos tres cuidados están íntimamente relacionados. Parece que es lo que menos importa.

John Bohórquez: un caso hipotético, que todos amaneciéramos sanos mañana, con una “pandemia de salud”, ¿qué sería de la industria farmacéutica?, ¿qué va a pasar con los médicos? No hay más pacientes en consulta, ni para operar, ni más desnutridos. ¿Qué sería de los psicólogos y de los psicoanalistas con sujetos deseantes plenos y que hablan, que se hacen cargo de su deseo? La economía se desmoronaría. Hay interés en la enfermedad para que la industria subsista. Y también hay interés en salud para que la gente pueda producir. Se necesita a la gente sana para que participe del ejército industrial o del militar. Es una sociedad esquizofrénica. Entonces queda una pregunta para continuar en el Seminario permanente: ¿dónde tienen el individuo y el sujeto mejores condiciones para estar sanos? ¿En un sistema como el de Canadá o en EEUU? ¿Dónde tiene un médico verdaderas posibilidades de hacer un acto verdaderamente autónomo y ético, respetuoso del ser humano, en Canadá o en EEUU? No se deben confundir el derecho a la salud con el derecho a la atención médica. El derecho al ibuprofeno se puede confundir con el derecho a que le provoque una gastritis o una insuficiencia renal. A que la atorvastatina lo vuelva bradipsíquico, de mente lenta. ¿El derecho a la salud es el derecho a que me den medicamentos y procedimientos que me enferman o es el derecho a estar sano? Nosotros, el Estado, tenemos que organizarnos para crear las condiciones que hagan que la salud sea posible. ¿Dónde es más posible la salud, en un Estado como el estadounidense o en uno como el canadiense?

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