viernes, 10 de abril de 2015

Aviso de derrumbe

Aviso de derrumbe.  

Byung-Chul Han, pensador coreano afincado en Berlín, es la nueva estrella de la filosofía alemana. La asfixiante competencia laboral, el exhibicionismo digital y la falaz demanda de transparencia política son los males contemporáneos que analiza en su obra. 

FRANCESC ARROYO 22 MAR 2014 - 00:00 CET27

No es extraño que Alemania, el país que ha producido mentes como las de Kant, Hegel, Nietzsche o Marx, tenga devoción por la filosofía, lo inusual es que la nueva revelación del pensamiento alemán —tronco inevitable del pensamiento occidental moderno— sea un autor oriental que cuando era un treintañero cambió Corea del Sur por Europa. Hoy los libros de ese autor, Byung-Chul Han, son prestigiosos superventas en un país que todavía discute apasionadamente a sus filósofos vivos, sean Jürgen Habermas, Peter Sloterdijk o Richard David Precht. Han ya es uno de ellos.

Byung-Chul Han nació en 1959 en Seúl y allí estudió metalurgia, pero pronto llegó a la conclusión de que con aquello no iba a ninguna parte. La carrera ni siquiera le interesaba. Decidió instalarse en Alemania y estudiar literatura, aunque acabó interesado en la filosofía. En 1994 se doctoró por la Universidad de Múnich con una tesis sobre Martin Heidegger y poco después se estrenó como profesor universitario tras haber obtenido la habilitación en Basilea. Actualmente enseña Filosofía en la Universidad de las Artes de Berlín después de ejercer en la Escuela Superior de Diseño de Karlsruhe al lado de Sloterdijk, que no ha evitado polemizar con el que muchos consideran su sucesor en el trono simbólico de la filosofía germana.

En los últimos meses se han publicado en España dos libros de Han —La sociedad del cansancio y La sociedad de la transparencia—, en abril aparecerá un tercero —La agonía de Eros (en la editorial Herder, como los anteriores)— y varios más serán traducidos pronto. En ellos analiza los males del presente: el hombre contemporáneo, sostiene el filósofo, ya no sufre de ataques virales procedentes del exterior; se corroe a sí mismo entregado a la búsqueda del éxito. Un recorrido narcisista hacia la nada que lo agota y lo aboca a la depresión. Es la consecuencia insana de rechazar la existencia del otro, de no asumir que el otro es la raíz de todas nuestras esperanzas. Más aún, solo el otro da pie al eros y es precisamente el eros el que genera el conocimiento.

La entrevista se celebra en el Café Liebling, situado en la berlinesa Raumerstrasse, en Prenzlauer Berg, un barrio que ha pasado en poco tiempo de bohemio a aposentado. Suena una música ambiental suave que los camareros no tienen problema en suavizar aún más para evitar interferencias en la grabación de la charla. Han es puntual a la cita. Se sienta y pide café. La primera pregunta es sobre la relación directa que él establece entre el eros y el pensamiento. Mira al entrevistador, se mira las manos, se mesa el cabello, calla. Al cabo de unos segundos empieza a hablar: “Creo que para responder a eso necesitaría antes pensar durante un par de semanas”. En apariencia deja el asunto de lado, aunque lo abordará al final de la entrevista. No tiene prisa. Se toma su tiempo. Para todo. “Cuando llegué a Alemania, ni siquiera conocía el nombre de Martin Heidegger”, cuenta. “Yo quería estudiar literatura alemana. De filosofía no sabía nada. Supe quiénes eran Husserl y Heidegger cuando llegué a Heidelberg. Yo, que soy un romántico, pretendía estudiar literatura, pero leía demasiado despacio, de modo que no pude hacerlo. Me pasé a la filosofía. Para estudiar a Hegel la velocidad no es importante. Basta con poder leer una página por día”. El esclavo de hoy es el que ha optado por el sometimiento. Uno se ve libre y se explota a sí mismo hasta el colapso.

Cualquier cosa menos volver a la metalurgia que había dejado en Corea. “Al final de mis estudios me sentí como un idiota. Yo, en realidad, quería estudiar algo literario, pero en Corea ni podía cambiar de estudios ni mi familia me lo hubiera permitido. No me quedaba más remedio que irme. Mentí a mis padres y me instalé en Alemania pese a que apenas podía expresarme en alemán”.

Inició un proceso de aprendizaje del idioma y de nuevas materias que le permitieran comprender los problemas que aquejan al hombre de hoy. Explicarlo es el objetivo de sus libros. A diferencia de lo que ocurría en tiempos pasados, cuando el mal procedía del exterior, ahora el mal está dentro del propio hombre, subraya Han: “La depresión es una enfermedad narcisista. El narcisismo te hace perder la distancia hacia el otro y ese narcisismo lleva a la depresión, comporta la pérdida del sentido del eros. Dejamos de percibir la mirada del otro. En uno de los últimos textos que he escrito insisto en que el mundo digital es también un camino hacia la depresión: en el mundo virtual el otro desaparece”. ¿Hay posibilidades de vencer ese estado depresivo? “La forma de curar esa depresión es dejar atrás el narcisismo. Mirar al otro, darse cuenta de su dimensión, de su presencia”, sostiene. “Porque frente al enemigo exterior se pueden buscar anticuerpos, pero no cabe el uso de anticuerpos contra nosotros mismos”. Para precisar lo que sugiere recurre a Jean Baudrillard: el enemigo exterior adoptó primero la forma de lobo, luego fue una rata, se convirtió más tarde en un escarabajo y acabó siendo un virus. Hoy, sin embargo, “la violencia, que es inmanente al sistema neoliberal, ya no destruye desde fuera del propio individuo. Lo hace desde dentro y provoca depresión o cáncer”. La interiorización del mal es consecuencia del sistema neoliberal que ha logrado algo muy importante: ya no necesita ejercer la represión porque esta ha sido interiorizada. El hombre moderno es él mismo su propio explotador, lanzado solo a la búsqueda del éxito. Siendo así, ¿cómo hacer frente a los nuevos males? No es fácil, dice. “La decisión de superar el sistema que nos induce a la depresión no es cosa que solo afecte al individuo. El individuo no es libre para decidir si quiere o no dejar de estar deprimido. El sistema neoliberal obliga al hombre a actuar como si fuera un empresario, un competidor del otro, al que solo le une la relación de competencia”. Retomando la idea hegeliana de la dialéctica del amo y del esclavo, Byung-Chul Han denuncia que “el esclavo de hoy es el que ha optado por el sometimiento”. Y lo ha hecho a cambio de un modo de vida escasamente interesante, “la mera vida, frente a la vida buena”, dice, casi pura supervivencia. A cambio de eso, el hombre cede su soberanía y su libertad. Pero lo más llamativo es que el propio amo ha renunciado también a la libertad al convertirse en explotador de sí mismo. Ha interiorizado la represión y se ve abocado al cansancio y la depresión. Pero el cansancio y la depresión no se pueden interpretar como alienación, en el sentido tradicional marxista. “Solo la coerción o la explotación llevan a la alienación en una relación laboral. En el neoliberalismo desaparece la coerción externa, la explotación ajena. En el neoliberalismo, trabajo significa realización personal u optimización personal. Uno se ve en libertad. Por lo tanto, no llega la alienación, sino el agotamiento. Uno se explota a sí mismo, hasta el colapso. En lugar de la alienación aparece una autoexplotación voluntaria. Por eso, la sociedad del cansancio como sociedad del rendimiento no se puede explicar con Marx. La sociedad que Marx critica, es la sociedad disciplinaria de la explotación ajena. Nosotros, en cambio, vivimos en una sociedad del rendimiento de autoexplotación”. El hombre se ha convertido en un animal laborans, “verdugo y víctima de sí mismo”, lanzado a un horizonte terrible: el fracaso.

Como todo buen romántico, Han encuentra la solución en el amor. Hay que negar el presente represivo y aceptar la existencia del otro y, de su mano, la posibilidad del amor. Un buen ejemplo es la película Melancolía, de Lars von Trier. En ella aparece Justine, un personaje deprimido “porque es incapaz de amar. La depresión aparece como una imposibilidad de amor. Pero Justine alcanza a salir de la depresión gracias a la aparición de un planeta que va a destruir la Tierra. Es la amenaza de esa catástrofe la que le permite curarse de la depresión porque la hace capaz de percibir la existencia del otro. Primero, el otro es el planeta y luego los demás. Y al salir de la depresión se siente capaz de amar, de recuperar el sentimiento del eros”. Y es que “el eros es la condición previa del pensamiento. Sin el deseo hacia un ser amado que es el otro, no hay posibilidad de filosofía”.

Mientras Grecia y España están en ‘shock’ por la crisis, se endurecen la competencia descarnada y los despidos.

Hay una relación directa entre eros y logos que pasa por descubrir al otro. Sin eso no hay posibilidad de verdad. El eros tiene una relación vital con el pensar. El logos sin eros sería pensamiento puro. Así termina La agonía de Eros, recuerda: “El pensamiento en sentido enfático comienza bajo el impulso de eros. Es necesario haber sido amigo, amante para poder pensar. Sin eros, el pensamiento pierde la vitalidad y se hace represivo”. Ahí está el ejemplo de Alcibíades, que accede al conocimiento gracias a la seducción que Sócrates ejerce sobre él. “Siempre se había pensado que el eros estaba excluido, pero es condición para el pensamiento”, insiste. “Es el amigo el que introduce una relación vital que hace posible el pensar”. Por el contrario, “la falta de relación con el otro es la principal causa de la depresión. Esto se ve agudizado hoy en día por los medios digitales, las redes sociales”. La soledad, la incapacidad para percibir al otro, su desaparición.

No hay, sin embargo, que confundir la seducción con la compra. “Creo que no solo Grecia, también España, se encuentran en un estado de shock tras la crisis financiera. En Corea ocurrió lo mismo, tras la crisis de Asia. El régimen neoliberal instrumentaliza radicalmente este estado de shock. Y ahí viene el diablo, que se llama liberalismo o Fondo Monetario Internacional, y da dinero o crédito a cambio de almas humanas. Mientras uno se encuentra aún en estado de shock, se produce una neoliberalización más dura de la sociedad  caracterizada por la flexibilización laboral, la competencia descarnada, la desregularización, los despidos”. Todo queda sometido al criterio de una supuesta eficiencia, al rendimiento. Y, al final, explica, “estamos todos agotados y deprimidos. Ahora la sociedad del cansancio de Corea del Sur se encuentra en un estadio final mortal”.

En realidad, el conjunto de la vida social se convierte en mercancía, en espectáculo. La existencia de cualquier cosa depende de que sea previamente “expuesta”, de “su valor de exposición” en el mercado. Y con ello “la sociedad expuesta se convierte también en pornográfica. La exposición hasta el exceso lo convierte todo en mercancía. Lo invisible no existe, de modo que todo es entregado desnudo, sin secreto, para ser devorado de inmediato, como decía Baudrillard”. Y lo más grave: “La pornografía aniquila al eros y al propio sexo”. La transparencia exigida a todo es enemiga directa del placer que exige un cierto ocultamiento, al menos un tenue velo. La mercantilización es un proceso inherente al capitalismo que solo conoce un uso de la sexualidad: su valor de exposición como mercancía.

Lo propio ocurre en la exigencia de transparencia en la política: “La transparencia que se exige hoy en día de los políticos es cualquier cosa menos una demanda política. No se pide la transparencia para los procesos de decisión que no interesan al consumidor. El imperativo de transparencia sirve para descubrir a los políticos, para desenmascararlos o para escandalizar. La demanda de transparencia presupone la posición de un espectador escandalizado. No es la demanda de un ciudadano comprometido, sino de un espectador pasivo. La participación se realiza en forma de reclamaciones y quejas. La sociedad de la transparencia, poblada de espectadores y consumidores, es la base de una democracia del espectador”.

La exigencia de transparencia, acompañada del hecho de que el mundo es un mercado, hace que los políticos no acaben siendo valorados por lo que hacen, sino por el lugar que ocupan en la escena. “La pérdida de la esfera pública genera un vacío que acaba siendo ocupado por la intimidad y los aspectos de la vida privada”, afirma. “Hoy se oye a menudo que es la transparencia la que pone las bases de la confianza. En esta afirmación se esconde una contradicción. La confianza solo es posible en un estado entre conocimiento y no conocimiento. Confianza significa, aun sin saber, construir una relación positiva con el otro. La confianza hace que la acción sea posible a pesar de no saber. Si lo sé todo, sobra la confianza. La transparencia es un estado en el que el no saber ha sido eliminado. Donde rige la transparencia, no hay lugar para la confianza. En lugar de decir que la transparencia funda la confianza, habría que decir que la transparencia suprime la confianza. Solo se pide transparencia insistentemente en una sociedad en la que la confianza ya no existe como valor”. Un ejemplo de esta contradicción es el Partido Pirata que se presenta a sí mismo como el de la transparencia, lo que en realidad equivale a una propuesta de despolitización. “Se trata, en realidad, de un antipartido”, afirma Han.

Y se ha diluido también la “verdad”, porque en la sociedad de la transparencia lo que importa es la apariencia. Parte de su discurso recuerda el de los situacioncitas franceses de los sesenta, que sostenía que la historia podía explicarse por el predominio de los verbos que explican las cosas. En la antigüedad, lo importante era el ser, pero el capitalismo impuso el tener. En la actual sociedad del espectáculo, sin embargo, domina la importancia del parecer, de la apariencia. Así lo resume Han: “Hoy el ser ya no tiene importancia alguna. Lo único que da valor al ser es el aparecer, el exhibirse. Ser ya no es importante si no eres capaz de exhibir lo que eres o lo que tienes. Ahí está el ejemplo de Facebook, para capturar la atención, para que se te reconozca un valor tienes que exhibirte, colocarte en un escaparate”. Y el mundo de la apariencia se nutre de las aportaciones de los medios de comunicación. Pero hay una gran diferencia entre el saber, que exige reflexión y hondura, y el conocer, que no aporta verdadero saber. “La acumulación de la información no es capaz de generar la verdad. Cuanta más información nos llega, más intrincado nos parece el mundo”.

Fuente:

http://cultura.elpais.com/cultura/2014/03/18/actualidad/1395166957_655811.html


lunes, 22 de diciembre de 2014

Derecho de admisión

Autor: Jorge Gómez Calle





OBRA TEATRAL  DE UN ACTO
- DE DESAMOR  -


PAPELES

1.      Mujer
2.      Hombre

CARACTERÍSTICAS DE LOS PAPELES

1.    Mujer: Nombre de flor. Ocupación: “víctima” de cáncer de mama, quien había recibido tratamiento previo con mejoría, pero tres años después presenta reactivación de la enfermedad, ahora con compromiso en la otra mama, cerebro y en pulmones. Estadio IV según la clasificación tumoral.  Recibiendo “primera línea” de quimioterapia, secundaria a la cual presenta caída de cabello y uñas, piel seca y dolor constante en piernas y brazos que le impide desplazarse.
2.   Hombre: Nombre de doctor. Viste bata, corbata, y estudios universitarios hechos carteles en la pared que acreditan su saber como médico, oncólogo, cirujano.

LUGAR

Consultorio médico

SE ABRE EL TELÓN

Un escritorio amplio, un computador grande, una silla enorme, al otro lado del escritorio dos sillas pequeñas. Una camilla contra la pared, sin espacio para que quien actúe como médico se acerque por el lado izquierdo de quien actúe como paciente.

La mujer en su pequeña silla, el hombre en la grande….

* Hola doc…

- Hola Flor.

* Doc, no tolero este dolor en las piernas, cada vez es peor, siento que queman, que arden, a veces, me provoca arrancármelas.

- ¿Algo más?

* Si,  en donde estaban las uñas, me duele mucho, no tolero ni el aire, además no estoy comiendo bien, todo me da náuseas, duermo poco y me canso mucho.

- Todo eso que está sintiendo es efecto secundario de la quimioterapia que está recibiendo, como lastimosamente ese es el riesgo que hay que correr en la lucha contra el cáncer; pero los estudios clínicos recientes demuestran que a medida que el cuerpo se adapta a los cambios, estos efectos serán mejor tolerados, aunque persistan...

* Doc, entonces hagamos algo para que el cuerpo se me adapte mejor;  me duele mucho y estoy muy cansada.

- Pues precisamente en esas estamos; por eso le estoy ordenando la quimioterapia que los protocolos indican como primera línea de ataque al tipo de cáncer que usted tiene… y hablando de adaptarse,  los exámenes sanguíneos y la tomografía más reciente indican que su cuerpo no está respondiendo como se esperaría a los medicamentos, persiste el crecimiento tumoral y la diseminación metastásica, por lo que voy a iniciar una segunda línea de tratamiento con agentes más fuertes, para paliar así el proceso oncológico…

* Ay doctor, en lo que le alcanzo a traducir… ¿Otra quimioterapia?, ¿más fuerte?... pero si con esta estoy así como será con otra, ¿nos podemos quedar así…o descansar un rato?

- No es posible parar ahora, si los exámenes nos están mostrando que debemos cambiar de terapia, no podemos perder tiempo, debe usted entender que entre trámites, consecución del medicamento, cada vez se nos disminuyen posibilidades, así que en este momento debemos hacer el cambio, buscando así que no siga habiendo crecimiento tumoral y de esa manera, tenga usted una mejor calidad de vida.

*Gracias doctor. Pero es que ahora mi calidad de vida no está deteriorada por la enfermedad sino por su tratamiento, y si el que sigue es más fuerte… colabóreme, yo me repongo y luego hablamos.

- Señora, yo no le estoy dando una colaboración, yo le estoy ofreciendo un tratamiento médico aprobado por las más prestigiosas universidades y producido en los mejores laboratorios farmacológicos de investigación en cáncer, así que se ha demostrado que entre más haya demora, más riesgos de complicaciones, que incluyen hasta la posibilidad de muerte. Pero si usted toma la decisión de parar, yo aunque no comparta, le respeto esto, y entonces dejamos el tratamiento acá.

*Qué más quisiera yo doctor, que mi cuerpo respondiera  a los tratamientos, pero cada día estoy más enferma y quisiera saber de una vez si esto es definitivo, si quitándome el tratamiento me mejoro, aunque sea para morirme, pues mejor, pero si usted me dice que hay esperanza con el otro tratamiento, ni mi familia ni mi mente dejarían de presionarme, ayúdeme con estos dolores y así puedo decidir mejor.

-Esa no es mi área, yo no puedo prometerle si se va a mejorar o no, pero si debo decirle que la condición para recibirla en este consultorio es que esté siendo activamente tratada con algún tipo de protocolo oncológico o que esté en remisión y venga a consulta, pero si se niega al tratamiento debe usted entender que el tiempo y el espacio de mi especialidad debe ser asignado a alguien que si quiera ser tratada. Además el sistema no me permitiría estarle manejando medicaciones de dolor sabiendo que hay especialistas en esa rama, por eso, teniendo en cuenta esto, le entrego entonces una remisión a manejo del dolor para que la tramite en su empresa de salud.

* Pero vea doctor que es muy difícil conseguir cita con usted, además, si esto que estoy sintiendo me lo ocasionó la droga de la quimioterapia, entonces si es su área, sígame viendo hasta que se me quiten estos efectos.

-Primero, doña Flor, no es mi culpa que el sistema de salud esté tan congestionado, y segundo: si usted no sigue en quimioterapia, no puedo justificar ante ese mismo sistema ni mí consulta ni mis formulaciones, así que para que yo la vea, es necesario que la trate de lo que yo soy especialista.

* Doctor, pero mientras estuve en quimio tampoco me mandó nada para estos síntomas, porque todo esto es “esperable”, y ahora que le propongo esperar, me envía a que me manejen otros los síntomas que causó su tratamiento, siendo así , ¿porqué no me había remitido antes?

- Le repito por última vez, la condición para ser tratada por un oncólogo como yo es seguir la línea de tratamiento de quien ha estudiado del tema, pero si en definitiva Ud. no quiere, y va a seguir con esa actitud, le pido el favor que me firme la historia clínica aceptando el abandono del tratamiento, y para que vea que si me preocupo, le añado una remisión a psiquiatría para que le traten esa negación agresiva que tiene.

Buena tarde señora.

SE CIERRA EL TELON
SE MUERE LA CONFIANZA
SE ACABA LA ESPERANZA
SE DESPIERTA LA RABIA
NACE LA IMPOTENCIA.


POBRE HOMBRE DE BATA BLANCA Y CORBATA, YA NO RECIBIRÁ LA COMISIÓN POR PROTOCOLO DE SEGUNDA LINEA…

viernes, 5 de diciembre de 2014

APUNTES PARA EL CIERRE DEL SEGUNDO AÑO DEL SEMINARIO PERMANENTE RE-EVOLUCIÓN DE LA SALUD


Por: Mauricio Sánchez


En primer lugar es preciso agradecer y sentirse satisfechos por esta comunidad, por esta maravillosa realidad de la inteligencia colectiva.

Nos hemos aplicado a ella ya durante dos años y los frutos, en concordancia con nuestros objetivos, han sido alcanzar ya la mayoría de edad kantiana, es decir, aprender a pensar por nosotros mismos.

Nuestro seminario permanente se ha rodeado de personas con afán genuino, buscadores, no simplemente estudiantes, individuos que promueven esa búsqueda constante en confrontación con la vida propia y en dialogo permanente con otros autores e interlocutores.

Nos enfrentamos con dificultad y preocupación a  un sistema de salud finito con una demanda ciertamente infinita. Por esta razón, en términos económicos siempre estaremos en desequilibrio. Los límites del sistema, que en primera instancia son monetarios, cada vez están más en relación con la demanda infinita que ha proveído la medicalización de todos los aspectos de nuestra vida. Sistema que se encuentra además obnubilado por su inclusión en una maraña de conflictos sociales que, aunque no le son ajenos, tampoco son de su competencia. A lo cual se suma una gran cantidad de perversiones que subestiman, en principio, la autonomía y la capacidad auto reparativa de los individuos. El mismo sistema que ofrece un estado de seguridad crea, a su vez, una condición de dependencia.

¿Será que nuestro modelo alberga en su interior la combinación seguridad-independencia teóricamente ideal?

No parece que esto fuera así. Requerimos un modelo de seguridad que permita una autonomía real, pues su actual carácter limitado, dirigista y controlador impiden el desarrollo del ideal. En esta contradicción vemos florecer la crisis que hemos decidido enfrentar en la interacción anómala entre la gente, sus selecciones vitales, sus relaciones consigo misma y las instituciones que la rodean. A partir de este punto crítico hemos decidido repensarnos para lograr autonomía e independencia en la búsqueda individual y colectiva de los condicionantes del estado que llamamos saludable, y más allá del ideal de una buena vida.

Nuestro seminario se ha acercado con cautela a una maraña de propuestas, de conceptos y de verdades que nos ofrece el mundo llamado científico, para contribuir en la transformación de conocimientos estáticos en saberes dinámicos. Una actividad que corre el riesgo de la marginación, del aislamiento y la segregación, después de evidenciar que no hay verdades, a lo sumo ideas, proposiciones, hipótesis… muchas de ellas útiles, otras no, otras francamente peligrosas.

En nuestra labor intelectual tenemos que desconfiar en todo caso de dos actitudes tradicionales. La primera es presuponer la extensión de todos los mecanismos a través del tiempo, es decir, la repetición perpetua. La segunda es pensar que todo pasado fue mejor, ficción tradicional moderna que nos enmarca en una previa “edad de oro”, congelando el conocimiento y obligándonos simplemente a repetir.

El trabajo realizado nos sitúa como agentes de búsqueda autónoma del conocimiento dinámico, aplicable,  dejando de ser estudiantes obligados, para convertirnos en buscadores afanosos del saber cómo necesidad vital.

Ahora bien.  ¿Cómo debemos enfrentarnos a la realidad de nuestro sistema?

Para acceder de manera óptima a un sistema de salud como el nuestro es fundamental la aplicación de un principio muy democrático, este es la participación. Un asunto que involucre y responsabilice al individuo en la consecución de un estado de salud. Debemos dejar de ser simplemente “asegurados” y convertirnos en participes y gestores en la búsqueda y entendimiento de la salud como fenómeno individual y colectivo.

Nuestro seminario ha sido pionero en la creación de ese marco conceptual que ha de servir de base para el cuestionamiento de toda la estructura y funcionamiento de un sistema con tantas corrupciones, porque necesitamos reformar, reinventar, recrear nuestra manera de ver la salud,  como una forma de vida y no como un bien de consumo.

No es necesariamente oposición lo que hay que hacer, pero el camino hacia la autonomía y el logro de un nivel de pensamiento que permita una óptima toma de decisiones en torno al buen vivir nos conduce inevitablemente al conocimiento, a la indagación de todos los teóricos que han comprendido y analizado la cuestión.

¿Qué relación debemos entablar con el sistema?

La relación que se produce entre un sistema de salud con enfoque mercantilista y un individuo autónomo y adecuadamente informado debe ser, en consecuencia, estratégica. Y si no podemos hablar en términos estrictos de derecho a la salud es porque no existe una línea divisoria entre la buena y la mala salud.  Es tal vez el individuo y su conjunto quienes puedan dar valor al hecho de gozar de una buena vida.

¿Estamos trabajando por la mejoría en la consecución de un derecho?

Tenemos derecho a condiciones sociales e individuales que favorezcan el buen vivir, tenemos derecho a una atención oportuna y de calidad, pero el misterio de la salud va más allá de ser un derecho y de necesitar legislación que lo apoye. Es una construcción individual y colectiva que sobrepasa la relación con el sistema, con el estado y se vincula de una manera más cercana con el gran milagro de la vida.

Ya  finalizando, detengámonos en el concepto del estado de salud, que desde el punto de vista global tiende a ser superado por la existencia de medios de salud, que son condiciones a favor del estado ideal, desde el  punto de vista técnico y práctico. Sin dejar de lado el asunto de la igualdad podemos decir que si establecemos con cierta claridad nuestras necesidades con respecto a la noción básica tal vez tengamos un marco de referencia.

¿Qué pretendemos hoy?

Este proyecto, que compromete la responsabilidad de cada uno en sus propias opciones, tiene como gran ventaja la posibilidad de permitir que todos nosotros atendamos nuestra preocupación real por el misterio que nos convoca y sus derivas. Tal vez nos permita llegar a entender el vocablo Aymará del buen vivir, permitiendo que el silencio de la salud se mantenga y que entre todos procuremos una buena vida, hecho individual y colectivo así como cultural, es decir político, económico y social.

Para terminar, citemos a Mark Twain:

“Hay gente que se priva de todas las cosas que se pueden comer, beber y fumar y que, por cualquier causa, han adquirido mala reputación. Es el precio que pagan por su salud. Y salud es todo lo que obtienen. ¡Qué extraño! Es como gastarte toda tu fortuna en una vaca que no da leche”.
         
         

                              

martes, 1 de julio de 2014

Construir el buen vivir - Suma kawsay

CONSTRUIR EL BUEN VIVIR – SUMAK KAWSAY.

POR: ALBERTO ACOSTA
Publicado por lalineadefuego el enero 8, 2013 · Dejar un comentario 
02 de enero 2013

Fuente:

América Latina, a partir de una renovada crítica a la idea del desarrollo, se encuentra en un interesante proceso de reencuentro con sus orígenes. Por un lado, se mantiene y recupera una tradición histórica de críticas y cuestionamientos elaborados y presentados hace tiempo atrás, pero que quedaron rezagados y amenazados de olvido. Por otro lado, afloran nuevas concepciones, sobre todo originarias de los pueblos y nacionalidades ancestrales del Abya Yala, que se complementan con aportes provenientes de otras regiones de la Tierra. Mientras buena parte de las posturas convencionales sobre el desarrollo e incluso muchas de las corrientes críticas se desenvuelven dentro de los saberes occidentales propios de la Modernidad, las propuestas latinoamericanas más recientes escapan a esos límites.

En efecto, estas propuestas recuperan posturas clave ancladas en los conocimientos y saberes propios de los pueblos y nacionalidades ancestrales. Sus expresiones más conocidas nos remiten a las constituciones de Ecuador y Bolivia; en el primer caso es el Buen Vivir o Sumak Kawsay (en kichwa), y en el segundo, en particular el Vivir Bien o Suma Qamaña (en aymara) y también Sumak Kawsay (en quechua). Existen nociones similares (mas no idénticas) en otros pueblos indígenas, como los Mapuche (Chile), los Guaranís de Bolivia y Paraguay, los Kunas (Panamá), los Achuar (Amazonía ecuatoriana), pero también en la tradición Maya (Guatemala), en Chiapas (México), entre otros.

Además de estas visiones del Abya-Yala, existen, en otras muchas partes del planeta, aproximaciones a pensamientos filosóficos de alguna manera emparentados con la búsqueda del Buen Vivir desde visiones filosóficas incluyentes. El Sumak Kawsay, en tanto cultura de la vida, con diversos nombres y variedades, ha sido conocido y practicado en diferentes períodos en las distintas regiones de la Madre Tierra. Por otro lado, aunque se le puede considerar como uno de los pilares de la cuestionada civilización occidental, en este esfuerzo colectivo por reconstruir/construir un rompecabezas de elementos sustentadores de nuevas formas de organizar la vida, incluso se pueden recuperar elementos de la “vida buena” de Aristóteles.

El Buen Vivir, entonces, no es una originalidad ni una novelería de los procesos políticos de inicios del siglo XXI en los países andinos, tampoco son los pueblos y nacionalidades ancestrales del Abya-Yala los únicos portadores de estas propuestas. El Buen Vivir forma parte de una larga búsqueda de alternativas de vida fraguadas en el calor de las luchas de la Humanidad por la emancipación y la vida.

Una propuesta desde la periferia del mundo

El Buen Vivir, en tanto sumatoria de prácticas vivenciales, muchas de ellas de resistencia a la realmente larga noche colonial y sus secuelas todavía vigentes, es aún un modo de vida en diversas comunidades indígenas, que no han sido totalmente absorbidas por la modernidad capitalista o que han resuelto mantenerse al margen de ella. Sus saberes comunitarios, esto es lo que cuenta, constituyen la base para imaginar y pensar mundos diferentes en tanto camino para cambiar éste.

De todas maneras, siempre será un problema comprobar lo que es y lo que representa un saber ancestral cuando probablemente lo que se presenta como tal no es realmente ancestral, ni hay modo de corroborarlo. Las culturas son tan heterogéneas en su interior que puede resultar injusto hablar de “nuestra” cultura como prueba de que lo que uno dice es correcto. Además, la historia de la humanidad es la historia de los intercambios culturales y eso también se aplica a las comunidades originarias americanas. Es imperioso, de todos modos, recuperar las prácticas y vivencias de las comunidades indígenas, asumiéndolas tal como son, sin llegar a idealizarlas.

Lo destacable y profundo de estas propuestas alternativas, de todas formas, es que surgen desde grupos tradicionalmente marginados. Son propuestas que invitan a romper de raíz con varios conceptos asumidos como indiscutibles y a cuestionar la estructura homogenizante y totalizadora del capitalismo. Son las voces de los otros y las otras, que desde la alteridad demandan la construcción del Buen Vivir y el reconocimiento de su capacidad de propuesta.

Una alternativa al desarrollo

El Buen Vivir, al surgir de raíces comunitarias no capitalistas, plantea una cosmovisión diferente a la construcción occidental de civilización hegemónica. Rompe por igual con las lógicas antropocéntricas del capitalismo en tanto civilización dominante así como con los diversos socialismos “reales” existentes hasta ahora y sus contradicciones intrínsecas.

La propuesta del desarrollo, surgida desde la lógica del progreso civilizatorio de occidente estableció una compleja serie de dicotomías de dominación: desarrollado-subdesarrollado, avanzado-atrasado, superior-inferior, centro-periferia, primer mundo-tercer mundo… Así cobró nueva fuerza la ancestral dicotomía salvaje-civilizado, que se introdujo de manera violenta hace más de cinco siglos en nuestra Abya-Yala con la conquista europea.

En ese contexto de proyecciones globales se plasma la estructura dominante de la actual civilización. La institucionalización de la dicotomía superior-inferior implicó la emergencia de expresiones múltiples de colonialidad como formas de justificar y legitimar la desigualdad. La colonialidad del poder expresada en el mantenimiento de relaciones de dominación norte-sur, la colonialidad del saber que impone el conocimiento occidental homogenizante pretendiendo anular los saberes populares, la colonialidad del ser que silencia la alteridad y la otredad de las minorías, y la colonialidad del tener que pretende reducir el Buen Vivir a términos de consumo, y en ese sentido se cree superior a quien más tiene.

Dichos patrones de colonialidad, vigentes hasta nuestros días, no son sólo un recuerdo del pasado sino que explican la actual organización del mundo en su conjunto, en tanto punto fundamental en la agenda de la Modernidad y de la Ilustración.

En concreto, a lo largo y ancho del planeta, las sociedades fueron y continúan siendo reordenadas para adaptarse al “desarrollo”. El desarrollo se transformó en el destino común de la humanidad, una obligación innegociable. Para conseguirlo, por ejemplo, se acepta la destrucción social y ecológica que provocan aquellas modalidades extractivistas de acumulación heredadas desde la colonia, como la megaminería, a pesar de que ésta ahonda y profundiza la dependencia del mercado exterior y del gran capital transnacional.

Cuando los problemas comenzaron a minar nuestra fe en el desarrollo, empezamos a buscar alternativas de desarrollo, le pusimos apellidos para diferenciarlo de lo que nos incomodaba, pero seguimos por la misma la senda: desarrollo económico, desarrollo social, desarrollo local, desarrollo rural, desarrollo sostenible o sustentable, ecodesarrollo, desarrollo a escala humana, desarrollo local, desarrollo endógeno, desarrollo con equidad de género, codesarrollo… desarrollo al fin y al cabo… Afortunadamente, incluso en los países del norte, cada vez más personas desencantadas e indignadas, ya trabajan por el decrecimiento y buscan otras opciones de vida que propendan al reencuentro del ser humano con la Naturaleza.

Sabemos que el Buen Vivir es algo diferente al desarrollo. No se trata de aplicar un conjunto de políticas, instrumentos e indicadores para salir del “subdesarrollo” y llegar a aquella deseada condición del “desarrollo”. Una tarea por lo demás inútil. Veamos si no lo acontecido a lo largo de estas últimas décadas: casi todos los países del mundo han intentado seguir ese supuesto recorrido. ¿Cuántos lo han logrado? Muy pocos, asumiendo que la meta buscada puede ser considerada como desarrollo.

Luego de cinco siglos de horrores y errores cometidos en nombre del progreso -y del desarrollo en las últimas seis décadas-, queda claro que el tema no es el de simplemente aceptar una u otra senda. Los caminos hacia el desarrollo no son el problema mayor. La dificultad radica en el concepto mismo del desarrollo.

El mundo vive un “mal desarrollo” generalizado, incluyendo los considerados países industrializados, es decir aquellos cuyo estilo de vida debía servir como faro referencial. Esos países, además, son los principales causantes de los cambios climáticos a nivel global. Por primera vez en la historia de la Humanidad la producción de residuos -producto de toda transformación de la energía y la materia- superó la capacidad de asimilación y reciclaje de la Tierra y la velocidad en la extracción de recursos comenzó a ser muy superior al tiempo de producción poniendo en riesgo la reproducción de la vida. Este colapso ambiental devela que las relaciones entre la sociedad capitalista y la Naturaleza están enfermas, y que el funcionamiento del sistema mundial contemporáneo es “maldesarrollador”.

En suma, es urgente disolver el tradicional concepto del progreso en su deriva productivista y del desarrollo en tanto dirección única, sobre todo en su visión mecanicista de crecimiento económico, así como sus múltiples sinónimos. Pero no solo se trata de disolverlos, se requiere una visión diferente, mucho más rica en contenidos y en dificultades.

Recordemos que bajo algunos saberes indígenas no existe una idea análoga a la de desarrollo, lo que lleva a que en muchos casos se rechace esa idea. No existe la concepción de un proceso lineal de la vida que establezca un estado anterior y posterior, a saber, de subdesarrollo y desarrollo; dicotomía por la que deben transitar las personas para la consecución del bienestar, como ocurre en el mundo occidental. Tampoco existen conceptos de riqueza y pobreza determinados por la acumulación y la carencia de bienes materiales.

El Buen Vivir asoma, entonces, como una categoría en permanente construcción y reproducción. En tanto planteamiento holístico, es preciso comprender la diversidad de elementos a los que están condicionadas las acciones humanas que propician Buen Vivir, como son el conocimiento, los códigos de conducta ética y espiritual en la relación con el entorno, los valores humanos, la visión de futuro, entre otros. El Buen Vivir, en definitiva, constituye una categoría central de la filosofía de la vida de las sociedades indígenas.

Esta concepción ancestral se aproxima en nuestra época a otras visiones que proponen superar el capitalismo (ecologismo popular, marxismo, feminismo, etc.), que surgen también desde los oprimidos y se refuerzan con esta perspectiva incluyente.

Hacia un reencuentro con la Naturaleza

El Buen Vivir se funda en la superación de dos dicotomías perversamente agudizadas por la modernidad, por un lado la dominación del ser humano sobre la Naturaleza y por otro, la explotación entre seres humanos: norte-sur, ciudad-campo, y en general de los grupos hegemónicos por sobre las mayorías de explotados.

En lugar de mantener el divorcio entre la Naturaleza y los seres humanos, en lugar de sostener una civilización que pone en riesgo la vida, la tarea pasa por propiciar su reencuentro. Hay que superar la civilización capitalista, en esencia depredadora y por cierto intolerable e insostenible, que “vive de sofocar a la vida y al mundo de la vida”, para ponerlo en palabras del gran filósofo ecuatoriano Bolívar Echeverría. Para lograrlo habrá que transitar del actual antropocentrismo al (socio)biocentrismo y al vitalismo. Con su postulación de armonía con la Naturaleza, con su oposición al concepto de acumulación perpetua, con su regreso a valores de uso, en este sentido, el Buen Vivir abre la puerta para formular visiones alternativas de vida.

El logro de esta transformación civilizatoria megahistórica, exige profundos cambios. La desmercantilización de la Naturaleza se perfila como uno de los indispensables primeros pasos. En síntesis, el Buen Vivir se aparta de las ideas occidentales convencionales del progreso, y apunta hacia otras concepciones de la vida, otorgando una especial atención a la Naturaleza.

El Buen Vivir un reto democrático

Queda en claro, por lo tanto, que el Buen Vivir es un concepto plural (mejor sería hablar de “buenos vivires” o “buenos convivires”) que surge especialmente de las comunidades indígenas, sin negar las ventajas tecnológicas del mundo moderno o posibles aportes desde otras culturas y saberes que cuestionan distintos presupuestos de la modernidad dominante. El respeto por la soberanía de los pueblos, por sus definiciones productivas, reproductivas y por su construcción territorial permitirá espacios de intercambio e interrelación horizontal que rompa finalmente con las expresiones de colonialidad heredadas.

En síntesis, esta compleja tarea -conceptualizada en la Constitución de Montecristi- implica aprender desaprendiendo, aprender y reaprender al mismo tiempo. Una tarea que exigirá cada vez más democracia consensual, cada vez más participación y siempre sobre bases de mucho respeto. Nadie puede asumirse como propietario de la verdad.-