miércoles, 12 de diciembre de 2012

Ermitaño por la salud


Por: Álvaro Eduardo Arango Orozco


Señoras y Señores, Jóvenes y Niñ@s (por si algún precoz se nos ha cruzado en el camino):

Por respeto a Ustedes, siendo mal conversador, silvestre y montañero, (no soy ermitaño de mar), participo estas palabrejas al conversatorio entre amigos, parceros y loquitos por la Salud.

“Podemos aprender mucho de la gente que no es el héroe” (Gay Talese), citaban por estos días, en algún periódico; y en la bella y poética novela de Naguib Mahfuz, El Rey Hereje, encuentro:

“Ser como la Historia que escucha a todo el que habla, sin inclinarse ante ninguno, para entregar la pura verdad a los que observan”.

Pues bien, esta primera vez, deseo darles dos razones de mi presencia, aquí, entre Ustedes…

Hace tiempo, un buscador vio admirado cómo, en un aislado paraje, un ermitaño izaba la bandera patria, en su pequeña ermita, el día de efemérides.

Preguntó el buscador al anciano ¿para qué izar bandera en semejantes soledades, donde aparte suyo, extranjero y oscuro, nadie la vería?

Esta fue su respuesta: y, ¿quién le dijo a usted, que por vivir en desierto y soledad, extranjero y oscuro,  soy un ser aislado?

Era aquel monje de los que sabían que Todo es Uno, y uno es solo.

La moraleja de mi historia la encuentro en un Maestro de Soledades (Thomas Merton), que dice (resumiendo):

“El retiro del solitario no es rechazo de la Humanidad sino de las falsedades de que está llena la vida social. Va al silencio, no porque piense que sabe más que los demás,  sino porque quiere tener una vida a otro nivel. Quiere encontrar, con la tranquilidad que no ofrece la Babel de hoy, un lugar para escuchar  su conciencia y la voz del MYSTERIUM SALUTIS, (la voz del Espíritu Universal). Es pues el ermitaño alguien que reacciona contra la mentira de nuestro tiempo. Este hombre lleno de sano desengaño de sí y de las apariencias sociales, va al silencio y a la soledad, no para predicar, sino para curarse a sí mismo de la enfermedad que lleva todo el mundo”.

He aquí, por fin, la primera razón de mi presencia en este democrático foro por la Salud.
Antes de continuar, permitan esta advertencia del excelente Aldous Huxley:

“El fin de la vida humana es la Contemplación. La acción es un medio dirigido a ese fin. La sociedad es buena (sana) cuando hace posible la contemplación para sus miembros; y la existencia de, por lo menos, una minoría de contemplativos es necesaria para el bienestar (la Salud) de cualquier sociedad”.
(Paréntesis míos).

Advierto, por mi parte, que mi referencia al ermitaño no es sólo al que va al desierto para “Ser creado por Dios”, sino, también, al que se a-isla,  para crear la Belleza y la Verdad del Arte,  del Conocimiento o Sabiduría, y del Pensamiento o Ciencia, que también son Salud.

Sabemos, entonces, que no se retira el hombre por huida o miedo a la contaminación ambiente, ni por asco o prejuicio, ni por pureza ritual, ni porque el mundo se va a acabar…ni porque odia la comunicación…ni porque alguien lo margina, sino porque se da(a sí mismo) por marginado.

(Me apena, que deba disentir de Usted,  Señora Marta Nussbaum, en su meritoria obra El Ocultamiento de lo Humano: Repugnancia, vergüenza y ley, que recomiendo a todos en su primera parte, en especial al senador Gerlein).

Se retira, decíamos, para no estorbar, y, para  contaminar lo menos, en un mundo donde a la generalidad le dio por mercadear la receta de la salvación y la redención. El ermitaño se da por redimido, y respetando salvaciones,   busca,  y propone SANACIÓN. Aquí su énfasis, aunque Mística o Soteriología, Poesía o Profecía, y Medicina o Sanidad, son las tres caras de la Unidad de la Salud.

No pide permiso “el que se hace perdidizo por amor”, a un Estado desconfiado, que criminaliza y victimisa a  sus ciudadanos,  -todo solitario es sospechoso-,  ni a ningún vaticano controlador que hace de sus feligreses escoria e inmundicia culpable. Olvidando que en el Origen de la fe, éramos  “santos y amados de Dios”-

Ni siquiera se gradúa de ermitaño. Es su vocación, y simplemente se va tras el MYSTERIUM SALUTIS, COMO GUARDIÁN DE LA LIBERTAD DE CONCIENCIA O DERECHO A PENSAR POR SI MISMO, A LA INDIVIDUALIAD, no al individualismo, A LA EGOENCIA, jamás al egoísmo.

Pero, también es cierto que ERMITAÑO es otro sueño o mito o ideal, porque “es más fácil para el ermitaño abandonar el mundo, que el mundo lo abandone a él”. Que lo digan P. Eduardo Monzón, entre los Benedictinos, y por supuesto Chuang Tzu, de quien es el pensamiento. También, esto se puede leer en  Las Tentaciones de San Antonio, de Flaubert y en Padre Sergio, de Tolstoi.

Ahora bien, quienes me sacan de mi “ermita de la Montaña Nevada”,   son dos médicos y dos poetas: Los doctores Mauricio Sánchez y John Jairo Bohorquez, y los poetas, Juan Raúl Navarro y Federico Vélez, magos en el arte de ilusionar a los desilusionados, y cómo no, cuando vamos perdiendo el sentido de lo Humano, que está enfermo y en grave peligro.
Me convocan, como a Ustedes, a la investigación, al debate, al análisis, a la crítica y a la responsabilidad, para que, con recta mirada o discernimiento (Primera regla del Señor Buda), comprender y resolver la crisis de la Salud del Alma y del Cuerpo, individual y social.

Muchos temas de interés vital se han venido planteando a la luz de sabias autoridades, como Michel Foucault, y el Dr. Maldonado, entre otros iluminados por las Ciencias de la Complejidad y del Nuevo Humanismo…
Tenemos una vía, un camino por transitar…

La segunda razón de mi presencia es la de honrar la memoria de una gran generación de Médicos, de la cual tenemos ya, apenas, unos cuantos representantes que deben frisar por los ochenta o noventa años. A ellos debemos grandes esfuerzos por la salud de sus conciudadanos antioqueños, en la implementación y atención de hospitales y centros de salud, en todo el Departamento, y algunos beneficios adquiridos en sus luchas sindicales.

Entre ellos quiero nombrar a un señor mi tío, Gilberto Arango Orozco, el Ñato,  y a sus amigos médicos, algunos por mí desconocidos, pero de grata memoria por el mucho favor de que gozaron en casa de mis abuelos –alguien se me escapará-: Dr. Rodrigo Vélez, Dr. Francisco  Duque, Dr. Vital Balthasar, Dr. Luis Fernando Restrepo, Dr. Jair Zuluaga, Dr. Fernando Gardner,  Dr. Bayter. Generación gestora, sin duda con otros, de la Asociación Médica de Antioquia (AMDA) y de la Cooperativa Médica, y que fue derrotada por quienes se robaron luego al Seguro Social, en hora aciaga para la Salud de Antioquia. El Seguro Social también tuvo su época de gloria, pero llegó la roya de la corrupción y de la enfermedad…hasta la agonía.

Mis amigos: finalizo con estas citas, para no olvidar:

“Paréceme que todo está escrito (leído o dicho) para obrar lo que importa, y que lo que falta, si algo falta, no es escribir o hablar, que esto ordinariamente sobra, sino callar y obrar.
“Porque, además de esto, el hablar distrae y callar y obrar recoge y da fuerza al espíritu.  Dice el gran Juan de la Cruz…
Y, por su parte, André Gide:

“Todas las cosas fueron dichas, pero como nadie escucha, hay que comenzar de nuevo”.

Entonces, ¡Obreros a la Obra!, con entusiasmo, movimiento, acción…! Adentro!

Gracias.

“Viva el San Juan, y… viva el San Pedro”…

También, el San Pedro, aunque torpe, aunque  lento, aunque ciego y aunque viejo.

También: “la palabra más incluyente y tolerante del diccionario” (Reina Abad).


Servidor:
EDUARDO DE GORA
RICO GUARDIÁN DE LA MONTAÑA NEVADA.
(Ermitaño  urbano y laico, en la Red y apartaestudio.  De moda por aquello  del  “mínimal “ o “casi nada”).