MEMORIA CUARTO CONVERSATORIO
SEMINARIO PERMANENTE
5 DICIEMBRE 2012
DOCUMENTAL SICKO – MICHAEL MOORE
John Bohórquez: Dijo Carl Sagan:
“Después de todo, cuando estás enamorado, quieres contarlo a todo el mundo. Por
eso, la idea de que los científicos no hablen al público de la ciencia me
parece aberrante”.
Y también dijo: “La manera
científica de pensar es una delicada mezcla de creatividad para promover nuevas ideas y el escrutinio más riguroso y
escéptico de las ideas nuevas y antiguas”.
Y además: “Yo sigo mi
inconsciente y el consciente toma decisiones. El proceso creativo es una
sociedad entre la parte consciente y la inconsciente de nuestras mentes”.
Vimos los capítulos
correspondientes a EEUU y a Canadá. A continuación, vienen Inglaterra, Francia
y Cuba. Ahí tenemos un panorama bien interesante del sistema de salud
norteamericano que nos hace pensar mucho en el nuestro; es inevitable asociarlos.
Muchas similitudes con el nuestro, pero bien diferentes del canadiense:
empezando porque allá hay conservadores que defienden un estado socialista en
salud. El concepto de HMO en EEUU es similar al de EPS en Colombia: Health
Maintenance Organization (Organizaciones para el Mantenimiento de la Salud) y
Entidades Promotoras de Salud, ambas aseguradoras, y “dedicadas a mantener a la
gente sana”, cumpliendo el ideal médico de Avicena: “La medicina es el arte de
mantener sano al ser humano y, eventualmente, curar la enfermedad ocurrida en
el cuerpo”. Esa es la teoría, porque la película y la realidad que vemos en
Colombia son bien distintas a esos ideales.
Elkin Villegas: Estoy muy
contento porque creí que estaba solo en la comprensión que estoy intentando
hacer. En el doctorado estoy investigando acerca de la filosofía de la
medicina. En la película, y entre nosotros, vemos lo ausente que está la noción
de “culpa”, enfocada desde la filosofía y el psicoanálisis, desde lo
estructural, que tiene que ver con la responsabilidad; no desde la concepción
judeo-cristiana. De hecho, en el aparato jurídico-penal el delito se define
como una acción típica, antijurídica y culpable. Uno de los problemas del
sujeto contemporáneo es la ausencia de culpa, motivado, entre otras cosas, por
el capitalismo salvaje, en el que la lógica es la utilidad, que genera una
mentalidad en la que el sujeto no se siente culpable de nada, no tiene que
hacer reparación del daño propio o ajeno. Eso es terrible porque tiene que ver
con una estructura psicopatológica llamada perversión. Podríamos decir que
asistimos en el mundo contemporáneo a una especie de perversión colectiva, en
donde el sujeto cada vez se siente menos llamado a reparar el daño al otro. Y
el sistema económico cada vez utiliza más esa condición.
Álvaro Arango: El problema se
acentúa más, en lo que entendemos por culpa. Es un concepto que ha hecho mucho
daño a la humanidad, desde que el concepto gnóstico de separación de materia y
espíritu se infiltró en el cristianismo. Además, está el “pecado original”, que
no creo que otra cultura antigua lo haya concebido, y al que hoy, 21 siglos después, todavía estamos
atados. Uno quisiera una visión más optimista de los parámetros religiosos, en
el que el fiel fuera “santo y amado de Dios”, como en el Origen. Al fin y al
cabo, “Dios vio que su obra era buena” (Génesis)
Elkin Villegas: es como si la
culpa tuviera dos caras, una que apunta a la reparación del daño. Otro de los
nombres del “Malestar en la cultura” es el sentimiento de culpa, según Freud. Hay
una psicopatología llamada Neurosis obsesiva o Melancolía en la que el
sentimiento de culpa está incrementado y el sujeto padece por ese exceso. Esa
es la culpa curable. La otra cara, el otro extremo es la ausencia de
sentimiento de culpa, muy visible en el caso de crímenes. Narran sus crímenes y
la gente espera que los criminales muestren una actitud de reparación y en
mostrar arrepentimiento, pero eso no aparece. Entonces, una cara es del
sentimiento exacerbado, que es una especie de infierno psicológico y el otro es
la ausencia, en el que lo que importa es el beneficio propio y el otro que se
joda.
Álvaro Arango: Es conveniente
hacer la diferencia entre culpa y remordimiento. En Fernando González, por
ejemplo, encuentra uno algo más interesante que la culpa: el remordimiento como
estímulo moral de cambio y reparación. El concepto y sentimiento de culpa me
parecen muy dañinos.
Mauricio Sánchez: Creo
conveniente diferenciar entre el individuo como ser único y el individuo que se desarrolla en
sociedad. En esas dos formas de ser hay una responsabilidad en el estado de
salud. La primera pregunta que me surge al ver el video es: ¿será que nosotros
queremos responsabilizar a otro por nuestras acciones hasta el momento en que
enfermamos? Es decir, yo no tengo nada que ver ahí, a mi me tienen que ayudar. Me
parece que los sistemas deberían empezar por evaluar esa responsabilidad, que
saca al individuo del conflicto moral. Y también: ¿es el Estado el responsable
de la salud del individuo y de la sociedad? ¿Lo costea todo de manera
paternalista y un poco exagerada, o el individuo tiene su obligación del
autocuidado? ¿O cuál es el equilibrio? Hay que buscar una nueva forma de
nombrarnos como médicos y como pacientes. Lo otro que me gustaría agregar es
que la película muestra que, convirtieron a la salud en una industria, están
vendiendo un servicio, hacen al individuo usuario de un negocio, sin corazón y
sin sensibilidad, yo vendo y usted paga por lo que le vendo.
Álvaro Restrepo: El Estado parece una cosa medio etérea,
o como si fuera impuesta, que incluso es previo a nuestra existencia como
personas. Es un contrato social, un acuerdo. El Estado es una normatividad más
fuerte, como las reglas de juego para convivir. Y esas reglas son productos
históricos, de acuerdos. La Constitución con la que nos regimos ahora en
Colombia desde el año 1991 es el producto de unas negociaciones políticas. Y
allí se acordó que el Estado dejaba de ser una Estado de derecho, donde hay
unos derechos que se les reconocen a los individuos por el mero hecho de
existir dentro de este país, con unas instituciones que lo van a garantizar, y
pasaba a ser un Estado Social de Derecho, en el que antes de los derechos
individuales está el marco previo, la sociedad, o sea que el bienestar de cada
uno genera un gran bienestar social y el Estado debe proceder para que eso sea
posible. El Estado es responsable de que esa sociedad funcione, que esté sana,
cuanto más sana esté la población más producción. Pero cada uno es
co-responsable. Es lo que se ve en el
documental cuando al canadiense conservador le preguntan acerca de por qué el
está dispuesto a co-participar en el restablecimiento de la salud de otra
persona y él responde que si acaso esa otra persona no estará también dispuesta
a hacerlo por él. Eso es el desarrollo de una historia, no siempre hemos
pensado así. Incluso más adelante se ve que el hijo se le creció al padre, EEUU
sobrepasó a Inglaterra, y aunque comparten mucho de su visión del mundo, en
salud son diferentes. Pero eso que pasa en Inglaterra es el producto de las
secuelas de la Segunda Guerra Mundial, cuando crearon un Instituto Nacional de
Salud como una medida transitoria, pensando que si se le garantizaba atención
de salud a todo ciudadano en cualquier momento, saldrían de la postración en
que quedaron. En la reciente inauguración de los Juegos Olímpicos en Londres se
observó, justamente, como lo ingleses valoran su sistema de salud como una de
sus columnas vertebrales, algo de su identidad. De manera que si te sientes
parte de algo, sientes que si te cuidas estás cuidando al conjunto de la
sociedad. La realidad la co-creamos. Pensamiento, energía y acción van unidas,
lo que tu haces va generando transformaciones, lo que el otro hace también te
transforma a ti, y así producimos grandes transformaciones, incluso políticas,
a nivel constitucional, que no es algo fuera de nosotros. Cada uno tiene un
grado de responsabilidad en lo que hacemos y en lo que pensamos. Si la salud se
ve y se practica como un negocio es muy triste. Hay un marco de valores que nos
ha llevado a eso. Y eso se puede transformar, cada uno, así como una guerra
mundial produjo esos cambios en Inglaterra, acá podemos hacerlo con todos los
conflictos que hemos tenido. Por eso es bueno aprovechar estos espacios. Uno
podría pensar que se trata solo de charlas en las que nos retroalimentamos,
quedamos contentos y nos vamos para la casa y al día siguiente a la triste
realidad. Pero no. Acá podemos cambiar la realidad individual y social.
Carmen Otero: Es común que
responsabilicemos al otro, que no nos responsabilicemos de lo que hacemos. Y yo
me pregunto: ¿por qué no hacemos nada? ¿Por qué tenemos ese temor de enfrentar
las cosas? Es más fácil echarle la culpa al Estado, si esto no funciona es
porque el Estado no lo da, nos hemos acostumbrado a ser pasivos, a creer y a
querer que todo sea dado. Pero en la película se ve que incluso los británicos
tienen programas para que el médico ayude al paciente a salir del tabaquismo y
hasta recibe comisiones por ello, no por medicarlo.
Rafael Lozada: después de ver
esta película ratifico mi simpatía por Jorge Eliécer Gaitán. Él decía que la
génesis del problema social era la estructura económica, que lo único
indispensable era la lucha por la reivindicación económica. Y justamente
estamos en un modelo Neoliberal, que le quita
a las personas su carga moral, la culpa, y le deja la posibilidad del mercado,
que no sabe distinguir entre la bondad y la maldad. Si el mercado mediante la
ley justifica el consumo de licor, se libera cualquier culpa. Uno de los padres
del neoliberalismo, Milton Friedman, lo decía muy claramente: la única
responsabilidad social que debe tener una empresa es darle rentabilidad a los
accionistas, eso es lo moralmente responsable, no se trata de cuidar el medio
ambiente ni a los trabajadores. Es ahí donde está inmersa la salud. No es de
extrañar que la ética se vea absorvida por la dinámica del mercado.
Sol Mejía: acá lo vivimos. Es la
fábrica de licores una de las fuentes que subsidia el servicio de salud y el de
educación (junto con lotería y venta de cigarrillo). Se enferma a la gente pero
se le brinda atención.
John Bohórquez: una sociedad
psicótica. Lo que le pasa a una persona esquizofrénica me lo dijo un paciente
muy claro: “Yo me paro en una esquina y
escucho una voz que me dice que corra, que arranque, y al momentico escucho
otra que me dice pare, pare. Y yo me pongo que no sé qué hacer”. El Estado le
dice a la gente “Beba, juegue loterías y fume para que financie los hospitales
y la educación”. Y a los hospitales les dice: “dígale a la gente que no beba
porque eso le hace daño para la salud”. Ponemos al paciente en un estado
psicótico: “No sé qué hacer, bebo o no bebo”. Pero queda una gran pregunta:
¿Cómo llegamos a este momento en que los médicos trabajan por enfermar a la
gente? ¿Cuándo fue eso? ¡Qué horror! Un médico en la película reconociendo que
trabaja, negando servicios y recibiendo por ello estímulos. Allá, en EEUU,
existen los llamados “revisores médicos”, entre nosotros “auditores médicos”,
que uno de nuestros grandes mentores, el Dr. Carlos Eduardo Maldonado, los
llama “una de las grandes creaciones del maligno”. Dentro de la lógica
neoliberal de las empresas aseguradoras caben, perfectamente, sin duda ninguna,
deben tenerlos, incluso de lado y lado. Es un negocio muy raro. La EPS manda al
paciente a un hospital para el tratamiento. A ella le convendría que los
pacientes no consultaran nunca: menos medicamentos, incapacidades, remisiones a
especialistas, hospitalizaciones, cuanto menos público mejor. En el resto de
los negocios del mundo, cuanta más gente vaya, mejor. Y el hospital, que recibe
el paciente de la EPS, se dice “si no vienen pacientes ¿qué voy a facturar?”.
Entonces, las EPS tienen su creación del maligno en los hospitales para que
vean cómo van los tratamientos, dando su opinión a los médicos tratantes acerca
de las terapias en marcha, incluso en contra de las decisiones de los
tratantes. Aunque no siempre los médicos tratantes tengan la razón. Los hospitales también tienen su lógica y sus
auditores, que no siempre desean el acortamiento de la estancia hospitalaria,
por cuanto eso significa menos facturación. El acortamiento de la estancia es
un interés del asegurador y el alargamiento es del prestador.
Elkin Villegas: o sea que el
auditor médico es un auditor económico.
John Bohórquez: como dijo Rafael,
el mercado es como el cerebro, que no distingue lo bueno de lo malo, el no del
si, al mercado le interesa la rentabilidad. ¿Hasta qué punto la medicina y los
médicos deben hacer parte de esos sistemas horrorosos, o mantenerse al margen y
lograr verdadera autonomía y eticidad? Y, ¿ cómo lograr que la sociedad y sus
individuos se hagan cada vez más independientes de todo ese aparato y ese
engranaje?. Que tengan otras opciones o que opten por tener más paciencia y
esperar a que pase el dolor para no tener que usar ni ibuprofeno ni médico ni
nada. Orar, por ejemplo, o ir al analista. Y cuánto impacta eso el sistema de
salud, la gente que no lo utiliza.
Sandra Ortiz: en los sistemas de
salud en que hay aseguramiento, el mercado es el que mueve a la gente. A una
tía le diagnosticaron un cáncer renal en EEUU, y le sacaron el riñón enfermo a
pesar que de ya tenía estudios confirmatorios de metástasis. Aunque eso no hace
parte de ningún protocolo médico. Pero tenía un muy buen seguro médico.
John Bohórquez: la matamos para
que no se complique.
Sandra: llegó a Colombia, le
aplicaron un medicamento que la llevó a una falla hepática, el hepatólogo la
hizo evaluar del cirujano que decidió operarla, con falla hepática, un solo
riñón, metástasis confirmadas. Así es el mercado, hay aseguradoras que así se
comportan. En un Estado sin ese modelo habría más posibilidades para que los
médicos actuaran con criterios médicos no económicos.
Mauricio Sánchez: los actores
principales son: individuo, Estado y médico. Es extraño que gente muy mala haya
tenido muy buenas ideas. Hitler en Alemania, tenía un sistema de salud casi
perfecto. Él decía que necesitaba sanos a todos porque todos eran soldados de
Alemania. Los alemanes no pueden estar enfermos y el Estado los va a cuidar. Los
médicos de la SS vigilaban que la gente no fumara, no tomara licor, que no
fuera a las prostitutas.
John Bohórquez: el slogan nazi
era: “La salud es una obligación”.
Mauricio Sánchez: cada actor debe ser
evaluado. Si uno enferma no es porque quiera.
Álvaro Restrepo: la salud es una
responsabilidad de todas las personas. No se puede estar sano en una sociedad
enferma. Si pensamos que estamos muy bien con el mundo cayéndose hay que
evaluar qué pasa. La atención a los enfermos de cáncer o accidentes es una
parte muy importante de la salud, pero lo más importante es que sanemos un país
que anda totalmente enfermo. Somos tan esquizofrénicos que hasta nos
consideramos gente muy feliz. Es mejor ser feliz en medio del desastre que
triste. Recomiendo dos películas a propósito del tema: “Ayurveda, el arte de
vivir” (http://www.youtube.com/watch?v=NfSHDTxwKCw)
y “La doctrina del shock” (http://www.youtube.com/watch?v=yIhZjEsgsNQ
). En esta última se ve con claridad el papel del neoliberalismo y la creación
de crisis.
Elkin Villegas: el sujeto se
divierte con el sufrimiento, lo dijo Freud hace mucho rato. En mi libro “Cura
del sentimiento de culpa y de la depresión”, una investigación acerca de la
formación de los analistas, hay una cita de Miller, el yerno de Lacan: “el
núcleo de la formación de los analistas es que se haya curado el sentimiento de
culpa”. Por el sentimiento de culpa no hablamos, no protestamos, no buscamos al
médico, no hacemos ejercicio, no tenemos una dieta adecuada. Y también hay una
cita de Freud que dice: “el individuo no debe sanar sino permanecer enfermo,
pues no merece nada mejor”. Es muy asombrosa pero es delatora de la resignación
sin quejas con que tales personas pueden llevar su duro destino. Hay que
desmontar poco a poco ese superyó hostil, o lo que algunos psicoanalistas
llaman el “superyó capitalista”, y me parece que ese es el maligno. Un superyó
que lleva al sujeto a la muerte. Esos auditores le hacen la venia al
capitalismo, un sistema que no le apunta a la erotización de la sociedad sino a
la tanatización.
Cristina Duque: sentirnos como
parte de un Estado es lo principal, somos co-responsables de todo lo que
sucede, por acción o por omisión. En el actual Estado no hay énfasis en
promover la salud sino en atender la enfermedad, como un medio de mantener el
sistema capitalista.
Elkin Villegas: ella dijo algo
muy importante. Pensaba en Foucault que retoma la idea del cuidado de si, en
términos éticos, el cuidado de los otros en términos políticos, y el cuidado de
las cosas en términos científicos. Y esos tres cuidados están íntimamente
relacionados. Parece que es lo que menos importa.
John Bohórquez: un caso
hipotético, que todos amaneciéramos sanos mañana, con una “pandemia de salud”, ¿qué
sería de la industria farmacéutica?, ¿qué va a pasar con los médicos? No hay
más pacientes en consulta, ni para operar, ni más desnutridos. ¿Qué sería de
los psicólogos y de los psicoanalistas con sujetos deseantes plenos y que
hablan, que se hacen cargo de su deseo? La economía se desmoronaría. Hay
interés en la enfermedad para que la industria subsista. Y también hay interés
en salud para que la gente pueda producir. Se necesita a la gente sana para que
participe del ejército industrial o del militar. Es una sociedad
esquizofrénica. Entonces queda una pregunta para continuar en el Seminario
permanente: ¿dónde tienen el individuo y el sujeto mejores condiciones para
estar sanos? ¿En un sistema como el de Canadá o en EEUU? ¿Dónde tiene un médico
verdaderas posibilidades de hacer un acto verdaderamente autónomo y ético,
respetuoso del ser humano, en Canadá o en EEUU? No se deben confundir el
derecho a la salud con el derecho a la atención médica. El derecho al
ibuprofeno se puede confundir con el derecho a que le provoque una gastritis o
una insuficiencia renal. A que la atorvastatina lo vuelva bradipsíquico, de
mente lenta. ¿El derecho a la salud es el derecho a que me den medicamentos y
procedimientos que me enferman o es el derecho a estar sano? Nosotros, el
Estado, tenemos que organizarnos para crear las condiciones que hagan que la
salud sea posible. ¿Dónde es más posible la salud, en un Estado como el
estadounidense o en uno como el canadiense?