viernes, 5 de diciembre de 2014

APUNTES PARA EL CIERRE DEL SEGUNDO AÑO DEL SEMINARIO PERMANENTE RE-EVOLUCIÓN DE LA SALUD


Por: Mauricio Sánchez


En primer lugar es preciso agradecer y sentirse satisfechos por esta comunidad, por esta maravillosa realidad de la inteligencia colectiva.

Nos hemos aplicado a ella ya durante dos años y los frutos, en concordancia con nuestros objetivos, han sido alcanzar ya la mayoría de edad kantiana, es decir, aprender a pensar por nosotros mismos.

Nuestro seminario permanente se ha rodeado de personas con afán genuino, buscadores, no simplemente estudiantes, individuos que promueven esa búsqueda constante en confrontación con la vida propia y en dialogo permanente con otros autores e interlocutores.

Nos enfrentamos con dificultad y preocupación a  un sistema de salud finito con una demanda ciertamente infinita. Por esta razón, en términos económicos siempre estaremos en desequilibrio. Los límites del sistema, que en primera instancia son monetarios, cada vez están más en relación con la demanda infinita que ha proveído la medicalización de todos los aspectos de nuestra vida. Sistema que se encuentra además obnubilado por su inclusión en una maraña de conflictos sociales que, aunque no le son ajenos, tampoco son de su competencia. A lo cual se suma una gran cantidad de perversiones que subestiman, en principio, la autonomía y la capacidad auto reparativa de los individuos. El mismo sistema que ofrece un estado de seguridad crea, a su vez, una condición de dependencia.

¿Será que nuestro modelo alberga en su interior la combinación seguridad-independencia teóricamente ideal?

No parece que esto fuera así. Requerimos un modelo de seguridad que permita una autonomía real, pues su actual carácter limitado, dirigista y controlador impiden el desarrollo del ideal. En esta contradicción vemos florecer la crisis que hemos decidido enfrentar en la interacción anómala entre la gente, sus selecciones vitales, sus relaciones consigo misma y las instituciones que la rodean. A partir de este punto crítico hemos decidido repensarnos para lograr autonomía e independencia en la búsqueda individual y colectiva de los condicionantes del estado que llamamos saludable, y más allá del ideal de una buena vida.

Nuestro seminario se ha acercado con cautela a una maraña de propuestas, de conceptos y de verdades que nos ofrece el mundo llamado científico, para contribuir en la transformación de conocimientos estáticos en saberes dinámicos. Una actividad que corre el riesgo de la marginación, del aislamiento y la segregación, después de evidenciar que no hay verdades, a lo sumo ideas, proposiciones, hipótesis… muchas de ellas útiles, otras no, otras francamente peligrosas.

En nuestra labor intelectual tenemos que desconfiar en todo caso de dos actitudes tradicionales. La primera es presuponer la extensión de todos los mecanismos a través del tiempo, es decir, la repetición perpetua. La segunda es pensar que todo pasado fue mejor, ficción tradicional moderna que nos enmarca en una previa “edad de oro”, congelando el conocimiento y obligándonos simplemente a repetir.

El trabajo realizado nos sitúa como agentes de búsqueda autónoma del conocimiento dinámico, aplicable,  dejando de ser estudiantes obligados, para convertirnos en buscadores afanosos del saber cómo necesidad vital.

Ahora bien.  ¿Cómo debemos enfrentarnos a la realidad de nuestro sistema?

Para acceder de manera óptima a un sistema de salud como el nuestro es fundamental la aplicación de un principio muy democrático, este es la participación. Un asunto que involucre y responsabilice al individuo en la consecución de un estado de salud. Debemos dejar de ser simplemente “asegurados” y convertirnos en participes y gestores en la búsqueda y entendimiento de la salud como fenómeno individual y colectivo.

Nuestro seminario ha sido pionero en la creación de ese marco conceptual que ha de servir de base para el cuestionamiento de toda la estructura y funcionamiento de un sistema con tantas corrupciones, porque necesitamos reformar, reinventar, recrear nuestra manera de ver la salud,  como una forma de vida y no como un bien de consumo.

No es necesariamente oposición lo que hay que hacer, pero el camino hacia la autonomía y el logro de un nivel de pensamiento que permita una óptima toma de decisiones en torno al buen vivir nos conduce inevitablemente al conocimiento, a la indagación de todos los teóricos que han comprendido y analizado la cuestión.

¿Qué relación debemos entablar con el sistema?

La relación que se produce entre un sistema de salud con enfoque mercantilista y un individuo autónomo y adecuadamente informado debe ser, en consecuencia, estratégica. Y si no podemos hablar en términos estrictos de derecho a la salud es porque no existe una línea divisoria entre la buena y la mala salud.  Es tal vez el individuo y su conjunto quienes puedan dar valor al hecho de gozar de una buena vida.

¿Estamos trabajando por la mejoría en la consecución de un derecho?

Tenemos derecho a condiciones sociales e individuales que favorezcan el buen vivir, tenemos derecho a una atención oportuna y de calidad, pero el misterio de la salud va más allá de ser un derecho y de necesitar legislación que lo apoye. Es una construcción individual y colectiva que sobrepasa la relación con el sistema, con el estado y se vincula de una manera más cercana con el gran milagro de la vida.

Ya  finalizando, detengámonos en el concepto del estado de salud, que desde el punto de vista global tiende a ser superado por la existencia de medios de salud, que son condiciones a favor del estado ideal, desde el  punto de vista técnico y práctico. Sin dejar de lado el asunto de la igualdad podemos decir que si establecemos con cierta claridad nuestras necesidades con respecto a la noción básica tal vez tengamos un marco de referencia.

¿Qué pretendemos hoy?

Este proyecto, que compromete la responsabilidad de cada uno en sus propias opciones, tiene como gran ventaja la posibilidad de permitir que todos nosotros atendamos nuestra preocupación real por el misterio que nos convoca y sus derivas. Tal vez nos permita llegar a entender el vocablo Aymará del buen vivir, permitiendo que el silencio de la salud se mantenga y que entre todos procuremos una buena vida, hecho individual y colectivo así como cultural, es decir político, económico y social.

Para terminar, citemos a Mark Twain:

“Hay gente que se priva de todas las cosas que se pueden comer, beber y fumar y que, por cualquier causa, han adquirido mala reputación. Es el precio que pagan por su salud. Y salud es todo lo que obtienen. ¡Qué extraño! Es como gastarte toda tu fortuna en una vaca que no da leche”.
         
         

                              

1 comentario:

  1. Palabras de cierre de actividades del año 2014 del Seminario permanente Re-Evolución de la Salud, a cargo de Mauricio Sánchez, conversador.

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