lunes, 1 de abril de 2013

Psicoanálisis y medicina


Por: Fernando Calle Valencia

Desde que Freud comenzó en la realización de las aspiraciones medicas, recién entrado a la facultad de  la Universidad de Viena, se interesó por los problemas psicológicos, pero fue en un evento extra-academico cuando se despertó la curiosidad por los fenómenos psíquicos, desde  el momento en que asistió al circo y presenciara un número de hipnosis o mesmerismo. Es así como Ernest Jones ubica el momento mas temprano del interés del creador del psicoanálisis por dicho  campo. Una vez en la facultad, tomó clases de psicología con el mas prestigioso filosofo[1] de la época en esa universidad, Franz Brentano. Luego, en el año 1882 se entera por su amigo y mentor Joseph Breuer de las afecciones histéricas, es aquel quien le habla del caso Anna O. o Berta Papenheim y le ilustra sobre pormenores de la clínica neurológica, pues aquel, diez años mayor que Freud tenía un largo recorrido en el ejercicio de la medicina y la especialidad neurologica.

De ese modo es que el psicoanálisis interviene: dando paso a la expresión de la subjetividad, permitiendo que el co-analizante hable de la historia de sus síntomas, el contexto en el cual han tenido lugar y lo que representan en su interpretación mas intima, del mismo modo que puede hablar de aquello que hace parte de su carácter o ha alcanzado el rango de lo salutífero, esto es, lo que adquiere expresión en posiciones frente a la vida y los demás, el trabajo, la creación, el cuerpo y aspectos diversos de la existencia que no representan malestar o traen consecuencias adversas para el sujeto.

Sin embargo, a diferencia de la medicina no se conforma con la remitencia del síntoma o la superación del estado crítico de la enfermedad, pues es consecuente con el postulado de que la afección, siendo multi-determinada, donde al atender un factor puede destaparse otro, mutándose la problemática de lo somático a lo psíquico, de lo psíquico a lo social, de lo social a lo funcional, tal como lo propone Freud: una neurosis individual puede transmutarse en neurosis social, así, alguien con agudos síntomas histéricos, puede quedar sorprendentemente curado tras el estallido de una guerra o tras la pérdida del trabajo, como si por una lado las afujías impuestas por la situación externa desgastara la energía que estaba invertida en las dolencias, mientras por otro, el mal se metamorfoseara en aquel que tal vez resulte mas justificable. Es además advertido por el psicoanálisis que puede presentarse una huida hacia la salud como medio defensivo de quien asiste al análisis, como también es recurrente el hecho de que los co-analizantes muestren franca mejoría buscando la aprobación del analista. Una cura es significativa si es solidaria con cambios estructurales y de la personalidad (Lagache, 1984).

[1] No se le puede llamar psicólogo, puesto que no lo era, además para la época el titulo como tal no existía.

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